Un sinfín de anécdotas tienen los pasillos de una radio que pueden resultar extremadamente graciosas para muchísima gente. Una de ellas tiene que ver con Oscar D’ León, “El Sonero del Mundo”.
Transcurría el año de 1979, estaba recién mudada de Santa Mónica a la avenida Los Mangos de La Florida, la emisora Radio Impacto 1260 AM, una estación de corte popular y con una aceptable sintonía por tener programas llamativos, entre ellos: “La salsa impactante”, “Colombia y México se saludan”, “La canción que a usted le gusta” y uno relacionado con la historia de este salsero de fama mundial que hoy traemos a colación.
El cantante mantenía vínculos con la estación desde su época con la agrupación que lo dio a conocer. Ésta transmitía con éxito “El show de la Dimensión Latina”, espacio que desapareció en 1977 al separarse el vocalista del conjunto.
Este grupo no presentó un proyecto para seguir al aire, pero Oscar sí le vio futuro a la continuación de su proyección a través de los 1260 del dial, llegando a un acuerdo con Raúl Briceño (Jefe de Programación) y Ricardo Giardinella Rivas (locutor y animador del extinto show de la Dimensión) para la radiodifusión de un nuevo espacio, que bautizó con el nombre con que denominaba a los mosaicos musicales en sus discos: “El chancunché de Oscar”.
Como todo buen gerente a “El Sonero del Mundo” siempre le ha gustado supervisar directamente los planes en los que participa, por eso no era raro verlo en la emisora en el horario del espacio, entre las 11 de la mañana y las 12 del mediodía. Apenas terminaba el programa, el personal se ponía en los pasillos a decidir qué iba a comer; contaba cuánto dinero disponía y a quien le faltaba se lo completaba. En fin, lo que ocurre a esa hora en cualquier empresa del mundo.
En una de sus visitas, Oscar estaba pendiente de lo que conversaban dos operadores de audio: Antonio Padrón y el autor de este texto Sergio Chapman Salcedo. “Quiero una Reina Pepeada”, decía el primero. “La mía que sea de queso amarillo”, expresaba el segundo. Para la época, al comienzo de la citada avenida Los Mangos, en un negocio esquinero vendían unas de las mejores tostadas (arepas horneadas rellenas) de Caracas.
Se degustaban de pie pegados de la barra, en el poquito espacio libre que dejaba el gentío que iba al establecimiento. Aquellas delicias hacían que a uno se olvidara el mundo.
Oscar recordaba que a él le gustaba hacer eso y ahora no podía, por lo que dijo a los operadores de audio: “Sé que ustedes no son muchachos de mandado, pero necesito un favor; tráiganme dos arepas de carne mechada a la emisora. Si voy allá no me dejarán comérmelas tranquilo”.
Y así hubiese sido porque Oscar D’ León, en ese año (1979), ya gozaba de una fama que ha mantenido hasta el día de hoy. Su gusto por nuestras criollísimas arepas lo reiteró recientemente en la televisora “Televen”, en uno de los programas de la quinta temporada de “Especial con Ly Jonaitis”.